domingo, 14 de marzo de 2021

 

De totalitarismos y otras marejadas…

No sé lo que es Vox porque no he analizado su programa. Tampoco sé si puede equipararse con el nazismo hitleriano. Sé y soy consciente, de que tiene un nicho de voto entre los grupos neonazis con sus esvásticas dextrógiras y su historial violento. Y no sé si a los dirigentes de ese partido les incomoda o no semejantes adeptos. Me temo que no. Pero antes de que nadie trate de devaluar mis argumentos acusándome de lo que no soy, con insultos de la progresía estandarizada del tipo "facha", "franquista"... etc, advierto que ni voto a Vox ni simpatizo con los totalitarismos, y a mí sí me molestaría tener semejantes acompañantes de marcha.

Dicho ésto, es inevitable observar como un sector mediático del país tiene el encargo de demonizar este partido que ha surgido como consecuencia del hartazgo del pueblo ante determinadas incongruencias auspiciadas por la izquierda "buenista" e "igualadora". Veamos alguna de ellas:

Primero: si bien todos tenemos derecho a una vivienda digna, es obligación del Estado facilitar ese derecho, bien con la creación de un parque de vivienda social, bien con ayudas directas al alquiler; pero nunca lesionado los derechos de otros ciudadanos, permitiendo y alentando con sus leyes el fenómeno okupa que atenta contra otro derecho fundamental como es el de la propiedad privada. Es aberrante que lo que unos ganan con esfuerzo y sacrificio lo disfruten impunemente otros por “la cara”. La caridad es una opción, no una obligación.

Segundo: estando de acuerdo con que la inmigración es una necesidad inexcusable para el sostenimiento de la economía y el sustento del estado de bienestar en los países desarrollados con una pirámide de población en forma de bulbo o recesiva como es la nuestra, ésta ha de ser ordenada, controlada y que transite por los cauces de la legalidad. Tampoco se pueden cerrar los ojos ante el abuso de las mafias que trafican con seres humanos y culpar de ello a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. No se puede acoger a todo el mundo simplemente porque para atenderlos hay que desatender a los que ya viven aquí. Y eso también constituye una injusticia humanitaria y social.

Tercero: si bien el Estado debe garantizar una educación que permita el desarrollo pleno e integral del educando, ha de hacerlo de forma objetiva, atendiendo a la formación en valores universalmente reconocidos y aceptados por el común general de la sociedad. Por eso los padres gozan de la libertad para elegir el tipo de educación que reciben sus hijos y a qué colegio los llevan en función del ideario y las finalidades educativas de cada centro. Está claro que los padres no van a decidir sobre los contenidos del currículum básico, como tampoco deberían hacerlo tan libertinamente las comunidades autónomas para evitar casos tan sangrantes como el de la tergiversación histórica que se lleva a cabo en las aulas de Cataluña, pero lo que sí tenemos los padres es el derecho a resolver que no se adoctrine a nuestros hijos en contra de los principios morales o valores religiosos presentes en el seno familiar. Por eso el "pin parental" no limita tu derecho como progenitor a decidir si tu hijo acude a según qué actividad complementaria extracurricular te parezca bien y al mismo tiempo salvaguarda mi derecho a que no asista. (Por muchas ministras que salgan farfullando que los hijos no son de sus padres...)

Cuarto: estando de acuerdo con el carácter humanista y rehabilitador de la cárcel y que el fin último del sistema penitenciario es la reinserción, existen pruebas  fundamentadas en estudios, datos y análisis de todo tipo que afirman que determinados delincuentes relacionados con determinadas transgresiones por los motivos que sean son en porcentaje elevadamente extremado reincidentes. O delitos que por sus especiales circunstancias y agravantes causan mayor alarma social (los cometidos contra niños o ancianos por su vulnerabilidad, o los de especial ensañamiento o “sangre fría” relacionados con personalidades psicopatológicas). En estos casos no es de ser mala persona si uno piensa que una cadena perpetua revisable se ajustaría mejor al objetivo final que no es otro que el de proteger a la sociedad y asegurar la convivencia. ¡Tampoco se está pidiendo la pena de muerte!

No creo que nada de lo anterior tenga que ver con la supremacía de una raza sobre las otras, o la estigmatización de una etnia determinada, ni con experimentos aberrantes, ni campos de concentración, ni hornos, ni cámaras de gas, ni torturas o asesinatos en masa. Alemania ha aprendido de sus errores y su código civil condena y persigue la apología del nazismo, pero aquí, en España, no hay problema en hacer apología del terrorismo con canciones cuyas letras dicen cosas como “¡Merece que explote el coche de Patxi López!” o “Que alguien clave un piolet en la cabeza de José Bono”… ¡Eso sí! ¡Nos rasgamos las vestiduras! (Curioso, cual fariseos, siendo ateos) y azuzamos la violencia callejera en nombre de la defensa de la libertad de expresión. Libertad que dicho sea de paso tratamos de constreñir desde las instancias del poder (“cloacas del estado” las llamaban hasta hace poco los que hoy las dirigen e instrumentalizan) para acallar las voces discordantes en las redes sociales y hasta en la mensajería instantánea. Curioso digo, asistir a la tenaz lucha contra la libre expresión de la fe y las creencias de un pueblo, con furibundos ataques a la exhibición de una figura religiosa en una procesión a la vez que en la siguiente esquina te topas con un coño elevado en andas y aclamado al unísono por un coro angelical con oraciones tan elaboradas como “la Virgen María también abortaría” o “vamos a quemar la conferencia episcopal”… ¡Y no! ¡No lo hacían con intención de ofender!... ¡Que va!

Concluyendo: no creo que Vox sea tan fiero como lo pintan. Pienso y tengo casi la certeza epistemológica de que Vox es un engendro pergeñado y consentido del PSOE, lo mismo que Podemos fue permitido y alimentado en su  momento por el PP. Ambos nacieron del descontento de la gente hacia la labor de los políticos que en ese momento dirigían las riendas del país. Rajoy permitió y propició que Pablo Iglesias tuviera la cobertura mediática y la resonancia necesaria para crecer y convertirse en potencial oponente. (Es el efecto vacuna: inoculamos al enemigo en el cuerpo político de la nación, pero demasiado debilitado y pequeño aún como para hacernos daño) Al contrario que hicieron con UPYD cuando el Ministro de Interior Fernández Díaz le dijo a Rosa Díez por los pasillos del congreso que los iban a “aplastar como una nuez”, y así fue. Desde entonces la presencia del partido magenta en los medios fue puramente testimonial (por eso lo llaman el cuarto poder). Con una Izquierda Unida más desunida que nunca, diluida entre comunistas rojos, verdes ecologistas, republicanos tricolor, humanistas laicos y vaya usted a saber, para ganar a los socialistas el PP necesitaba movilizar a su electorado asustándolos con la consabida soflama de “que viene el lobo” y Podemos era ese lobo que necesitaban; por eso lo dejaron crecer. ¡Otra cosa es que  no calcularan bien la cantidad de proteínas que suministraron al lobezno y éste desarrollara unas garras de adamantium más peligrosas que las del héroe de marvel!

Al igual que entonces, ahora la coalición PSOE – Unidas Podemos está usando la misma táctica con Vox. Lo necesita para mantener en tensión a su electorado. Un electorado que teniendo una amplia masa social moderada, tampoco carece de sus propios skinhead (aunque estos se dejen flequillos tazón y coleta). De estética distinta pero mismo armazón y que no son mejores que aquellos a los que nos referíamos al principio. Y volviendo a la duda inicial por las declaraciones de determinados dirigentes morados o moradas queda claro que éstos sí se sienten cómodos y felices de tenerlos en sus filas. No tengo que aclarar a nadie lo que han hecho en Barcelona… Lo que me lleva a otro punto y ya termino. Me refiero al origen histórico del nazismo, ese que tanto nos horroriza y al que muchos temen que nos avoque el crecimiento de partidos como Vox. Es llamativo recapacitar sobre el hecho de que el nazismo, ideología del régimen que gobernó Alemania de 1933 a 1945, comience con la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler (NSDAP). Es curioso, digo que integren las siglas las palabras socialista y obrero. Si algo nos indica es el origen de sus afiliados y la finalidad ideológica sobre la que se sustenta. ¿Cómo es posible que dos términos tan de la izquierda terminen entroncados con un movimiento nacionalista tan de la derecha? ¿Será por aquello de que los extremos se tocan? ¿No será que la radicalización extrema es fruto del enfrentamiento entre aquellos que sólo ansían el poder para su propio beneficio y nos utilizan a los demás como peones en su partida de Risk?

Sinceramente, si olvidáramos la historia y nos volviéramos locos y hoy en día hubiera que temer por nuestra libertad guillotinada a manos de un régimen totalitario, visto lo que está pasando en el mundo y de qué color son las dictaduras que aún persisten (incluidas las disfrazadas de democracia); para estar prevenido, yo vigilaría más por mi siniestra antes que por mi diestra.