De
totalitarismos y otras marejadas…
No sé lo que es Vox porque
no he analizado su programa. Tampoco sé si puede equipararse con el nazismo
hitleriano. Sé y soy consciente, de que tiene un nicho de voto entre los grupos
neonazis con sus esvásticas dextrógiras y su historial violento. Y no sé si a
los dirigentes de ese partido les incomoda o no semejantes adeptos. Me temo que
no. Pero antes de que nadie trate de devaluar mis argumentos acusándome de lo
que no soy, con insultos de la progresía estandarizada del tipo
"facha", "franquista"... etc, advierto que ni voto a Vox ni
simpatizo con los totalitarismos, y a mí sí me molestaría tener semejantes
acompañantes de marcha.
Dicho ésto, es inevitable
observar como un sector mediático del país tiene el encargo de demonizar este
partido que ha surgido como consecuencia del hartazgo del pueblo ante
determinadas incongruencias auspiciadas por la izquierda "buenista" e
"igualadora". Veamos alguna de ellas:
Primero: si bien todos
tenemos derecho a una vivienda digna, es obligación del Estado facilitar ese
derecho, bien con la creación de un parque de vivienda social, bien con ayudas
directas al alquiler; pero nunca lesionado los derechos de otros ciudadanos,
permitiendo y alentando con sus leyes el fenómeno okupa que atenta contra otro
derecho fundamental como es el de la propiedad privada. Es aberrante que lo que
unos ganan con esfuerzo y sacrificio lo disfruten impunemente otros por “la
cara”. La caridad es una opción, no una obligación.
Segundo: estando de acuerdo
con que la inmigración es una necesidad inexcusable para el sostenimiento de la
economía y el sustento del estado de bienestar en los países desarrollados con
una pirámide de población en forma de bulbo o recesiva como es la nuestra, ésta
ha de ser ordenada, controlada y que transite por los cauces de la legalidad.
Tampoco se pueden cerrar los ojos ante el abuso de las mafias que trafican con
seres humanos y culpar de ello a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado.
No se puede acoger a todo el mundo simplemente porque para atenderlos hay que
desatender a los que ya viven aquí. Y eso también constituye una injusticia
humanitaria y social.
Tercero: si bien el Estado
debe garantizar una educación que permita el desarrollo pleno e integral del
educando, ha de hacerlo de forma objetiva, atendiendo a la formación en valores
universalmente reconocidos y aceptados por el común general de la sociedad. Por
eso los padres gozan de la libertad para elegir el tipo de educación que reciben
sus hijos y a qué colegio los llevan en función del ideario y las finalidades
educativas de cada centro. Está claro que los padres no van a decidir sobre los
contenidos del currículum básico, como tampoco deberían hacerlo tan libertinamente
las comunidades autónomas para evitar casos tan sangrantes como el de la
tergiversación histórica que se lleva a cabo en las aulas de Cataluña, pero lo
que sí tenemos los padres es el derecho a resolver que no se adoctrine a
nuestros hijos en contra de los principios morales o valores religiosos
presentes en el seno familiar. Por eso el "pin parental" no limita tu
derecho como progenitor a decidir si tu hijo acude a según qué actividad
complementaria extracurricular te parezca bien y al mismo tiempo salvaguarda mi
derecho a que no asista. (Por muchas ministras que salgan farfullando que los hijos no son de sus padres...)
Cuarto: estando de acuerdo con el
carácter humanista y rehabilitador de la cárcel y que el fin último del sistema
penitenciario es la reinserción, existen pruebas fundamentadas en estudios, datos y análisis
de todo tipo que afirman que determinados delincuentes relacionados con
determinadas transgresiones por los motivos que sean son en porcentaje
elevadamente extremado reincidentes. O delitos que por sus especiales
circunstancias y agravantes causan mayor alarma social (los cometidos contra
niños o ancianos por su vulnerabilidad, o los de especial ensañamiento o
“sangre fría” relacionados con personalidades psicopatológicas). En estos casos
no es de ser mala persona si uno piensa que una cadena perpetua revisable se
ajustaría mejor al objetivo final que no es otro que el de proteger a la
sociedad y asegurar la convivencia. ¡Tampoco se está pidiendo la pena de muerte!
No creo que nada de lo
anterior tenga que ver con la supremacía de una raza sobre las otras, o la
estigmatización de una etnia determinada, ni con experimentos aberrantes, ni
campos de concentración, ni hornos, ni cámaras de gas, ni torturas o asesinatos
en masa. Alemania ha aprendido de sus errores y su código civil condena y
persigue la apología del nazismo, pero aquí, en España, no hay problema en hacer apología
del terrorismo con canciones cuyas letras dicen cosas como “¡Merece que explote el coche de Patxi López!”
o “Que alguien clave un piolet en la
cabeza de José Bono”… ¡Eso sí! ¡Nos rasgamos las vestiduras! (Curioso, cual
fariseos, siendo ateos) y azuzamos la violencia callejera en nombre de la
defensa de la libertad de expresión. Libertad que dicho sea de paso tratamos de
constreñir desde las instancias del poder (“cloacas del estado” las llamaban
hasta hace poco los que hoy las dirigen e instrumentalizan) para acallar las
voces discordantes en las redes sociales y hasta en la mensajería instantánea.
Curioso digo, asistir a la tenaz lucha contra la libre expresión de la fe y las
creencias de un pueblo, con furibundos ataques a la exhibición de una figura
religiosa en una procesión a la vez que en la siguiente esquina te topas con un
coño elevado en andas y aclamado al
unísono por un coro angelical con oraciones tan elaboradas como “la Virgen María también abortaría” o “vamos a quemar la conferencia episcopal”…
¡Y no! ¡No lo hacían con intención de ofender!... ¡Que va!
Concluyendo: no creo que
Vox sea tan fiero como lo pintan. Pienso y tengo casi la certeza epistemológica
de que Vox es un engendro pergeñado y consentido del PSOE, lo mismo que Podemos
fue permitido y alimentado en su momento
por el PP. Ambos nacieron del descontento de la gente hacia la labor de los
políticos que en ese momento dirigían las riendas del país. Rajoy permitió y
propició que Pablo Iglesias tuviera la cobertura mediática y la resonancia necesaria
para crecer y convertirse en potencial oponente. (Es el efecto vacuna:
inoculamos al enemigo en el cuerpo político de la nación, pero demasiado
debilitado y pequeño aún como para hacernos daño) Al contrario que hicieron con
UPYD cuando el Ministro de Interior Fernández Díaz le dijo a Rosa Díez por los
pasillos del congreso que los iban a “aplastar como una nuez”, y así fue. Desde
entonces la presencia del partido magenta en los medios fue puramente
testimonial (por eso lo llaman el cuarto poder). Con una Izquierda Unida más
desunida que nunca, diluida entre comunistas rojos, verdes ecologistas,
republicanos tricolor, humanistas laicos y vaya usted a saber, para ganar a los
socialistas el PP necesitaba movilizar a su electorado asustándolos con la
consabida soflama de “que viene el lobo” y Podemos era ese lobo que
necesitaban; por eso lo dejaron crecer. ¡Otra cosa es que no calcularan bien la cantidad de proteínas
que suministraron al lobezno y éste desarrollara unas garras de adamantium más
peligrosas que las del héroe de marvel!
Al igual que entonces, ahora la coalición PSOE – Unidas Podemos está usando la misma táctica con Vox. Lo
necesita para mantener en tensión a su electorado. Un electorado que teniendo
una amplia masa social moderada, tampoco carece de sus propios skinhead
(aunque estos se dejen flequillos tazón y coleta). De estética distinta pero
mismo armazón y que no son mejores que aquellos a los que nos referíamos al
principio. Y volviendo a la duda inicial por las declaraciones de determinados
dirigentes morados o moradas queda claro que éstos sí se sienten cómodos y
felices de tenerlos en sus filas. No tengo que aclarar a nadie lo que han hecho
en Barcelona… Lo que me lleva a otro punto y ya termino. Me refiero al origen
histórico del nazismo, ese que tanto nos horroriza y al que muchos temen que
nos avoque el crecimiento de partidos como Vox. Es llamativo recapacitar sobre
el hecho de que el nazismo, ideología del régimen que gobernó Alemania de 1933
a 1945, comience con la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler (NSDAP). Es
curioso, digo que integren las siglas las palabras socialista y obrero. Si
algo nos indica es el origen de sus afiliados y la finalidad ideológica sobre
la que se sustenta. ¿Cómo es posible que dos términos tan de la izquierda
terminen entroncados con un movimiento nacionalista tan de la derecha? ¿Será
por aquello de que los extremos se tocan? ¿No será que la radicalización extrema
es fruto del enfrentamiento entre aquellos que sólo ansían el poder para su
propio beneficio y nos utilizan a los demás como peones en su partida de Risk?
Sinceramente, si
olvidáramos la historia y nos volviéramos locos y hoy en día hubiera que temer
por nuestra libertad guillotinada a manos de un régimen totalitario, visto lo
que está pasando en el mundo y de qué color son las dictaduras que aún
persisten (incluidas las disfrazadas de democracia); para estar prevenido, yo
vigilaría más por mi siniestra antes que por mi diestra.
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