lunes, 25 de junio de 2012

JUEGO DE TRONOS



Es como la calma chicha antes de la tempestad. Miras de refilón las noticias y te arrepientes, y apartas los ojos a otra cosa, como si la ignorancia hiciera que la vida continuase de otra manera. Ves a toda esa gente ahí, en silencio, en un grito mudo, inconformista, desesperado… No, no es la Bastilla en 1789, ni París en mayo del 68, ni siquiera los claveles del 74 en nuestra vecina Lusitania. Parece algo irreal, como una novela fantástica con reminiscencias de una Europa medieval en la que las míticas criaturas mágicas del pasado se mezclan con la actualidad más rabiosa. La nacionalización de Bankia, las cuitas pseudofeudales de los “barones” autonómicos, el millar de almas de manos alzadas en la Puerta del Sol que, como en la canción de Mecano, se juntan justo un año después, pero esta vez sin champán, ni uvas…, tan sólo el alquitrán…

¿Y Rajoy?... Pues Rajoy, en su poltrona dieciochesca, ejerciendo de monarca absoluto gracias a una “Restauración” – democrática, eso sí- de mayoría “absolutista” más que absoluta. Henchido de poder hace, o más bien deshace, el Estado del Bienestar, viernes a viernes, a golpe de decretos, sin saber que no sólo está cavando nuestras tumbas, sino que a la vez está afilando su propia guillotina…

El poder… El poder es el veneno de la humanidad. Su anhelo corrompe, horada, transmuta… Su ostentación ciega, pervierte, embrutece a todos o casi todos –raros y loables son los casos contrarios-; y sobre todo, en ambas situaciones, daña a los demás. Y en el fondo es que no somos más que frágiles y simples hombres y mujeres inmersos en un “Juego de Tronos”… La única diferencia es que en la serie de Canal + no disimulan su ambición…

Se va haciendo necesaria una desprofesionalización de la política, precisamente para evitar este juego, que empieza con luchas intestinas dentro de cada “clan” político, y que termina por extenderse a toda la sociedad, que se mira de reojo después de cada cita electoral.

En el truculento tiempo que estamos viviendo, acosados por la prima de Riesgo, observados con cautela por toda Europa, inmovilizados bajo el microscopio de los “mercados” y del Fondo Monetario Internacional, no necesitamos “monarcas ausentes” (y no me refiero a D. Juan Carlos), sino al tirano mencionado líneas atrás, que aparece y desaparece como los ojos del Guadiana, y que está sin estar en sí...(¡Qué Santa Teresa me perdone por plagiarle la antítesis!).

Lo que necesita España, es la madurez de unos políticos que dejen de mirarse el ombligo, que pacten políticas y no cargos, que renuncien a prebendas inmorales, que se bajen el sueldo, no en porcentajes, sino en la misma medida que nos afecta a los demás mortales en cuanto a la reducción del poder adquisitivo. Unos políticos, que sean capaces de unirse y trabajar por los mismos principios de cordura y sentido común, con un mismo objetivo que es salvar España de la jauría de especuladores que nos atosiga, y tras los mismos valores que nos identifican, nos definen y nos unen como nación libre.

Para concluir, me gustaría recordar una cita evangélica: “Por vuestros actos os conocerán”. Como Martin Luther King, en el discurso del Lincoln Memorial, yo también “tengo un sueño”…Sueño con el día en que algún presidente del gobierno, o autonómico, o algún consejero o alcalde –del partido que sea-, tenga el orgullo de asistir a la inauguración de algún hospital, escuela o humilde biblioteca, “a hacerse la foto”; y si por cualquier mala incidencia de la vida, esa escuela, hospital o biblioteca tuviera que cerrar… que esté también allí, en ese difícil momento, para volver a salir en la foto. Eso sí sería un "ejercicio de responsabilidad"… ¡Ojala lo vea!

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