EL
CAINISMO DE LOS MERCADOS
No soy experto en el análisis de mercados. Es más,
ni siquiera soy bueno en matemáticas. No me importa reconocerlo. No se puede
saber de todo. Generalmente el sabe de todo, de nada sabe en profundidad. De lo
que sí sé, es de personas, de cómo sienten, de cómo piensan y de cómo actúan… (si
supiera lo mismo de los mercados, no estaría ahora aquí, escribiendo; estaría
forrándome en el parquet.)
Afirmaba Hobbes en su “Leviatán”, en la expresión
de lo que es el “cainismo” más puro, que <<El hombre es un lobo para el
hombre>>. Y lo estamos viviendo semana tras semana con la evolución de la Prima de riesgo española.
No nos asociamos en comunidades, tribus, estados o
entes supranacionales, como la Comunidad
Económica Europea, porque tengamos una predisposición innata,
preembrionaria o filogenética para ello. Tampoco lo hacemos por la creencia
ciega en el sentimiento aristotélico de que somos “un animal social”; lo
hacemos, como diría Thomas Hobbes, por egoísmo. Las relaciones internacionales
nacen por necesidad, como un acuerdo artificial que se sustenta en la exigencia
de buscar la seguridad ante el temor a los demás.
En estos días vivimos una guerra de todos contra
todos. Es una guerra sin artillería, sin tanques, submarinos ni bombardeos;
pero sí hay un elemento común a todas las guerras, que es el terror.
Y los mercados se aprovechan de ese miedo para hacer su agosto (y su
septiembre, y su octubre…), incluso, fagocitándose a sí mismos.
Mi pregunta es ¿no entramos a formar parte de la CEE, precisamente para evitar
situaciones como esta? La
Historia, con mayúsculas, está repleta de historias de
alianzas que sólo duraban hasta que la posición del débil se tornaba en la
contraria. Una vez más, podemos confirmar esa premisa. Estamos asistiendo, como
he leído por ahí, al nacimiento del 4º Reich, con una Alemania que hace y
deshace una telaraña macroeconómica donde van a ir cayendo uno a uno todos los países
de la zona euro y en la que los “gabachos”
actúan de comparsa. ¡Quién pudiera cantar, ahora, la coplilla, y con “las bombas que tiran” hacerse, también, “tirabuzones”!...
En vista de que, si no es con un “rescate trampa”,
desde Europa no están por la labor de tendernos una mano; no nos queda más
remedio que agudizar el ingenio y empezar a “batirnos el cobre”
onanísticamente. Placer que reside, dicho sea de paso, en la capacidad de
alcanzar los objetivos sin más medios que los propios… Y a los demás… que les
den…
Decía, que si de alguna manera tenemos que salir de
este atolladero, podríamos empezar por “otra” reforma laboral y económica,
alejada de los recortes, y que favorezca la creación de empleo, en vez de su
destrucción (que es lo que hace la
actual; si no mirad los datos, mes tras mes…). Una reforma fundamentada en la
contratación indefinida, y no en la temporalidad.
Será necesario promover el dinamismo en las
empresas, facilitando su creación al eliminar trabas burocráticas, y haciendo
que éstas inviertan en formación, a través de un Contrato Único Indefinido,
que contemple una indemnización por despido que vaya creciendo en función de la
antigüedad.
Tendremos que luchar contra el fraude fiscal, a
través de un Plan Integral, que nos
permita disponer de los más de 70.000 millones de euros que se derraman por las
costuras de este saco subsidiado en que se está convirtiendo España.
Y por último, habrá que acabar con el
intervencionismo político en el sector de las Cajas de Ahorros y dejarnos de
rescates a la banca, que sólo repercuten en beneficio de los bolsillos menos
necesitados… (Ya me entendéis…)
Hoy, tan sólo quisiera, remover una cuantas conciencias y que cuando nuestros hijos, mañana, nos pregunten que qué hicimos para arreglar
la crisis, no les tengamos que contestar como el fraticida bíblico:
<<¿Soy yo, acaso, el guardián de mi hermano?...>>.
Enrique
Javier Valdivia Ocón